Pocahontas me parece una de las películas más fallidas de Disney. Tal vez algo influya que esté basada (vagamente) en hechos históricos, en la relación que hubo, parece, entre la princesa Pocahontas y el aventurero inglés John Smith. Sabiendo lo que hicieron los británicos en Norteamérica, el final de la película me recuerda siempre la frase del gran Celebritie (Muchachada Nui) de Miguel de la Cuadra Salcedo: “Si seguramente volveremos… No es un adiós, es un hasta luego”.
(¡Y regresaremos con sorpresas!)
Pero, vaya, si la película fuera grande lo histórico me daría igual. El problema es que no es una buena película. La Pareja protagonista es tan soporífera como siempre; esto supuso sin duda un avance en la igualdad: no importa de qué etnia sean las Princesas Disney, son todas cansinas. No hay Cómicos dignos de ese nombre: me niego a darles un título tan elevado al mapache y al perro que andan a la greña una hora. Alimañas aburridas.
Entonces, ¿hay algo aprovechable en Pocahontas? Poquito. Porque hasta el Villano es bastante pobretón. Es lástima, el Gobernador Ratcliffe podría haber sido uno de los villanos más notables de Disney. No lo es. Sigue siendo, sin embargo, lo más interesante que hay a la vista en esa hora y media de supuesto choque de civilizaciones. Así que calculen. Porque es un cansino.
(King and Country and Pork Chops)
Veamos, ¿quién es Ratcliffe? Por lo que parece, un servidor de la Corona de origen plebeyo, que ha logrado abrirse paso en la Corte, pero que ha perdido unas cuantas manos en la partida política y cuyo capital anda en unos alarmantes números rojos. Que te nombren Gobernador de una pequeña colonia en el Nuevo Mundo, alejado de los círculos de poder, no suele ser señal de que tu carrera vaya por buen camino. Ir a explorar las Américas no es ser nombrado Virrey de la India. Como Ratcliffe confía a su pelota oficial, Wiggins (a los dos les da voz David Ogden Stiers), ésta es su última oportunidad. Después de todo, algunos aventureros españoles y portugueses se fueron a las Indias Occidentales medio desahuciados y regresaron ricos. Su Graciosa Majestad, y Ratcliffe está sin duda de acuerdo, considera que hundir galeotes ibéricos llenos de oro es buena cosa, pero que tener además tierras de las que conseguir oro es aún mejor. Si logra gestionar bien este encargo, aún puede triunfar en Londres.
Ratcliffe y su tripulación, así, van a colonizar las tierras de Pocahontas y los suyos para labrarse un futuro. Si han de exterminar un par de tribus de indígenas a fin de lograrlo, como europeos razonables que son, pues para algo se ha inventado el mosquete. Con esto fácilmente se ve que, aun manteniendo a Ratcliffe como villano, Disney podría haber formado su primer malvado que no hiciera el mal por afición, sino por supervivencia, siquiera política. No hay, en esencia, muchas diferencias entre Ratcliffe y personajes positivos de películas como Los Inconquistables (“Unconquered”), lo que hay es un cambio de paradigma cultural. Demonios, no hay muchas diferencias entre Ratcliffe y sus subordinados, incluyendo al héroe de la función, Smith.
(Smith, a punto de desaprovechar su oportunidad de ser un Héroe único en la Historia de Disney)
De hecho, en el primer número musical tras el desembarco, la canción Mine! Mine! Mine! (que es un juego de palabras evidente en inglés), hay un relativamente atrevido paralelismo entre villano y héroe. Ratcliffe organiza a su gente para buscar oro (escaqueándose del trabajo, como personaje desagradable que es), mientras Smith sale a explorar. Ambos cantan, coreados por los colonos, a distintas formas de dominación sobre el Nuevo Mundo: Ratcliffe quiere abrirlo en canal, para sacar los metales preciosos que cree esconde; Smith desea triunfar sobre él, superar las pruebas, conquistarlo, de un modo casi deportivo (siento no haber encontrado una mejor versión):
En este sentido, Smith es tan egocéntrico como Ratcliffe. El capitán ansía emociones, el Gobernador, beneficios. La historia de John Smith es la de su conversión de un conquistador sin escrúpulos a no se sabe muy bien qué. Pocahontas se enamora de él y él de ella y ella está dispuesta desde el principio (con esa canción que me da dentera, Colors of the Wind) a redimir al apuesto inglés, a quitarle la visión materialista del mundo, con ayuda de una consejera sobrenatural bastante miope. La Abuela Sauce, la verdad, es un fraude de sabia. Donde esté la Montaña de Basura…
(“Tiene buen corazón, y además es muy guapo”; vieja verde)
Ratcliffe parecía llamado a ser el equivalente de Powhatan, padre de Pocahontas. Estos dos personajes son los líderes de los dos grupos enfrentados. Una vez más, se traza un paralelismo claro entre personajes en la quizás mejor canción de la película, Savages!, el preludio a la batalla que nunca habrá (¡Oooooh!).
Conforme, Powhatan es un noble soberano y Ratcliffe un cínico oportunista, pero se puede ser eso y seguir siendo un villano complejo. El Gobernado atiza el miedo, la codicia e, ironía, el compañerismo de sus hombres para exterminar a los indios, quitarles el oro que, erróneamente, cree que tienen, y rescatar a Smith. A Ratcliffe le preocupa más el oro que Smith, algo razonable, y los colones probablemente tengan ambos objetivos en el mismo rango de prioridades. El fondo del asunto es que, hasta el último minuto, los colones, personajes positivos, y Ratcliffe, personaje negativo, están de acuerdo en todo (menos el pesado de Thomas). Y no me vengan con la excusa de que Ratcliffe es un manipulador carismático, porque no lo es (él mismo lo admite): si convence a sus hombres para hacer agujeros en la tierra de los indios e ir a pegarles cañonazos es porque los colonos están más que predispuestos.
Entonces, con semejante materia prima, ¿por qué Ratcliffe no es uno de los grandes malvados de Disney? Muy sencillo: porque es idiota.
(Suspendió Sonrisas Malignas 101)
Ya sé que las películas de Disney el malo siempre pierde. Lo que pasa es que, normalmente, pierde por un error impropio de alguien tan astuto, o por un giro del guión en plan deus ex machina. En Pocahontas el malo pierde porque no hace más que meter la pata.
Si Ratcliffe desempeñó todos sus cargos con la misma habilidad que el de Gobernador colonial lo raro no es que haya sido degradado, sino que haya logrado sobrevivir tanto tiempo. No voy a entrar a analizar su nula capacidad organizativa (el campamento, en medio de un barrizal, lejos de toda fuente de agua potable, con un sistema de guardias que permite a Smith largarse cuando le viene en gana sin necesidad de justificarse) o su manera estúpida de buscar el oro (nada de buscar vetas, minas, en cuevas o ríos… se talan árboles y se empieza a cavar donde primero claves la pala). Saltemos directamente a cuando decide que si no han encontrado aún oro, es porque lo tiene los indios.
Pongámonos en la cabeza del Gobernador: está convencido de que en Norteamérica hay tanto oro como en Sudamérica. El fallo lógico es clamoroso, pero en él ha caído toda Inglaterra, así que no vamos a tenérselo en cuenta. Al no encontrarlo nada más desembarcar, llega a la conclusión de que los indios lo tienen escondido. En fin, queda en pie la pregunta “¿y de dónde lo sacaron los indios?”, cuya única respuesta, según Ratcliffe sería que de donde él ha buscado, hasta vaciar la tierra. Cosa curiosa, que no haya indicio alguno de prospecciones mineras indígenas. Una vez alcanzada esa conclusión, decide que la táctica que debe seguir es la de su admirados Pizarro y Cortés: quitárselo a los poseedores actuales. Claro que Cortés y Pizarro eran tan despiadados como listos y a Ratcliffe inteligencia no le sobra.
(Tampoco le sobraría un buen sastre)
En estas, Smith llega después de sus primeras sesiones de ecologismo enrollado, diciendo que eso de masacrar a los indios y volar por los aires los bosques, igual no es tan buena idea y, sobre todo, que allí no hay ni una onza de oro, noticia que causa sensación, y no de la buena, entre los ingleses. Ratcliffe opta por ridiculizar a Smith, en una confrontación pura y dura, obligando a los hombres a escoger lealtades. Teniendo en cuenta que Smith es mucho más respetado que él en al colonia, no es una jugada muy astuta. Ratcliffe se libra del motín porque a Smith le atrapan los indios al poco.
El Gobernador, hasta la captura de Smith, podía haber hecho muchas cosas. Para empezar, no enfrentarse a lo burro con el jefe militar de la expedición. Luego, dadas las noticias que dicho jefe ha traído, mandar a los exploradores a comprobar si, en efecto, los indios tienen el oro escondido o Pocahontas ha dicho la verdad a Smith. Con esos datos hubiera sido mucho más sencillo desautorizar o, mejor, reconducir a Smith de nuevo del lado de Ratcliffe, en el caso de que sí hubiese oro, o cambiar de estrategia, caso de que no lo hubiera. Como Pocahontas ha dicho la verdad, Ratcliffe, de haber sido un político de raza, enseguida habría visto que, pese a la mala noticia de Oro No, aquellas tierras eran muy ricas en otras materias. Para empezar, en cereales desconocidos en Europa, además de madera y metales no nobles, pero sí útiles. Un buen Gobernador hubiera escrito a la Corona argumentando que seguir asaltando barcos españoles, mientras Inglaterra se hace con el monopolio de una nueva ruta comercial, es un escenario lucrativo.
Pero no, Ratcliffe se empeña en que hay oro. Nada de exploradores. Se limita a mandar a Thomas, el chaval más inútil de la colonia, tras Smith. Y cuando Thomas vuelve corriendo, tras haberse cargado al pretendiente indio de Pocahontas, a avisar a sus camardas de que el capitán está en manos de una tribu poco contenta, Ratcliffe tiene su único momento de cierta altura. Sabe que los hombres son leales a Smith. Es sencillo acabar con las escasas dudas que le capitán había sembrado sobre lo malos que son los indios, así que el camino está libre para ir a fusilarlos. Bueno, es una oportunidad aprovechada, nada más. Un Gobernador obcecado con el oro, pero más tortuoso, se habría asegurado de que Smith caía en manos de los indios, enviando a agentes leales tras él para que hicieran lo que hizo Thomas, matar indios y forzar el conflicto, pero de manera calculada, no por una casualidad afortunada (para Ratcliffe):
Hasta ahí llega la capacidad de Ratcliffe como manipulador. Porque cuando llegan a la roca del sacrifico, y Pocahontas cubre a Smith para que no le partan la cabeza y Powhatan tiene su revelación y acepta seguir el camino de la paz, los ánimos de los colonos ya no son sangrientos. Ratcliffe, al menos, capta esto, pero no actúa en consecuencia. Tozudo hasta el final, se empeña en disparar contra el jefe indio, a quien Smith salva, recibiendo el balazo. ¡Ahora sí que la hemos hecho buena! No sólo los indios tienen ahora una deuda con Smith, es que acabas de pegarle un tiro al más popular de tus hombres, que lleva tiempo predicando una política contraria a la tuya. ¡Buen trabajo, señor Gobernador! Un tipo listo hubiera seguido el viento que soplaba, fingido llevarse bien con los indios y esperado su momento para arrebatarles todo.
Ratcliffe no muere (es uno de los pocos villanos que sobrevive), sino que es enviado, atado de pies y manos, de vuelta a Inglaterra. Esto, al menos, deja una puerta abierta a la esperanza. Ratcliffe, sin duda alguna, ha terminado su carrera al servicio de Inglaterra. Pero a los colonos no les irán mejor las cosas. Los rivales del torpe Gobernador se regocijarán con su fracaso; no verán, en cambio, con buenos ojos eso de que el populacho deponga al representante de la Corona. Un nuevo Gobernador llegará desde Londres. Y en cuanto desembarquen él y sus tropas, harán un par de ajustes. Con los levantiscos colonos primero. Luego, ya les tocará el turno a los indios, ya…