Con un vaso de whisky

agosto 26, 2022

La sombra de «Fargo» es alargada

Filed under: Divagaciones — conunvasodewhisky @ 9:48 am

ES probable que sea yo quien tenga el problema con “El turista” como espectador y que haya sido injusto con esta miniserie al verla. Primero, porque estaba acabando la espectacular “Better call Saul” al tiempo de seguir las andanzas del Hombre sin memoria por Australia, así que casi cualquier otra cosa que viera me iba a saber a poco. Segundo, porque, como explicaré aquí, “Fargo” se cernía sobre mí cada minuto. Parto de esta asunción a la hora de escribir esta reseña. Justo es que ustedes lo sepan al leerla.

“EL turista” no es una mala serie en absoluto. Es muy entretenida. Tiene chispazos brillantes. Pero, ay, padece de eso que ocurre en muchas películas, series y novelas: tenía posibilidades de ser grande. Había una serie mejor que no ha llegado a ser.

ASÍ que -y como en el resto de la reseña habrá destripes- recomendación general: pueden verla sin miedo a perder el tiempo y pueden no verla sin miedo de estar perdiéndose algo grande. Por citar una vez más al sagaz crítico Homer J. Simpson, al acabarla uno se dice: “Sí, ha estado bien, pero tampoco genial”.

EMPEZAMOS in media res, lo que no está nunca mal. Un individuo, interpretado por Jamie Dornan (actor que merecería mejores papeles que los que le ofrecen), conduce por el desierto de Australia perseguido por un gigantesco camión empeñado, parece, en pulverizarlo. El homenaje a “El diablo sobre ruedas” es clarísimo. Como promesa de una serie frenética, extraña y absorbente, poco se le puede criticar. El duelo de camión y coche acaba con el segundo perdiendo y su conductor inconsciente. Al despertar en el hospital, éste asegura no recordar nada. Nada de nada. Ni quién es, ni dónde está, ni cuándo ni qué hace allí cuando por su acento (ah, los acentos anglosajones por toda la Commonwealth, el profesor Higgings sonríe) claramente es de otras latitudes.

A partir de ahí se inicia una serie de intriga muy bien desplegada en la que el Hombre intenta reconstruir su pasado inmediato y de descubrir por qué diantres ha acabado en una zona particularmente remota de Australia, rodeado de personajes secundarios estrafalarios y principales llenos de dobleces y de los que ni él ni el espectador sabe si se pueden fiar. Pero, y esto es un elemento muy interesante, tampoco el Hombre (ni el espectador) sabe si se puede fiar de sí mismo. Porque todo lo que va descubriendo apunta a que hay asuntos turbios en su vida.

MI principal problema con “El turista”, como he dicho, es que no podía dejar de ver una posible temporada de “Fargo” en ella. A medida que avanzaba tenía más y más la impresión de estar a una suerte de imitación, de homenaje o de fanfiction no declarada. Con lo que no podía dejar de pensar lo bien que habrían aprovechado las fortalezas de la historia y habrían rebajado sus defectos Noah Hawley y compañía; lo mejor que sería la dirección, edición y montaje; las virguerías que habrían hecho con la banda sonora.

¿ME van a decir que la entrañable agente en prácticas Helen Chambers no habría sido acogida por Molly Solverson o Gloria Burgle como una hermana? Este personaje es de lo mejor de la miniserie. Amable, perseverante, decidida a continuar con este caso extraño que le ha caído encima, pese al escepticismo casi hostil de otros policías, sus propias inseguridades y la burda condescendencia venenosa de su prometido. Dios mío, ese prometido. Qué individuo más profundamente estomagante. Esto es escribir bien un personaje detestable y mezquino. Cuando Helen le manda al cuerno dan ganas de brindar. Chambers encajaría en el universo de “Fargo” tan bien que es uno de mis argumentos fundamentales para considerar esta serie como una imitación, consciente o inconsciente.

PERO no sólo ella. Los secundarios y terciarios, por favor. Esos dos hermanos jugadores de ajedrez y pilotos de helicóptero. La dueña de la cafetería. El hospitalario matrimonio que acoge al Hombre, la sonriente mujer y el sordo marido (punto para la serie, usa la sordera inteligentemente en una secuencia de tiroteo y tensión). El voluntarioso hasta la compasión sargento Lemon, perdón, Lammon.

Y los enemigos. De los tres adversarios que la serie pone en juego, el menos interesante es el supuestamente mayor. Kostas, el gran criminal enloquecido, resulta poco interesante. Se ve venir desde el principio que su amigo y consejero es una alucinación, con lo que la revelación de ello como gran sorpresa al final de un capítulo queda coja. Su obsesión por pillar al Hombre no se explica de modo coherente: ¿es por orgullo, ya que le levantó a la novia y su primer millón de dólares, que tenía expuesto en su museo particular? Aunque, por cierto, podría muy bien defenderse que fue la novia la que le levantó al Hombre, su contable, y el millón de dólares. Porque Luci, si bien el personaje más flojo de la miniserie- pese a los esfuerzos de la actriz (Shalom Brune-Franklin)- demuestra que sus decisiones, para bien y para mal, son suyas. ¿Es por dejar claro en el mundo del crimen que uno no abandona el servicio de Kostas y con insulto en el abandono, sin pagar el precio? ¿Es sencillamente por su chifladura? ¿Es una mezcla? Pueden elegir. Ni se explica, ni se expone. Tal vez no sea una mala opcion dejar al espectador como juez de esta cuestión. El problema es que como Kostas no está a la altura de su posición de Gran Malvado de la serie, todo en él, personalidad, motivaciones, demonios, suena hueco. El diálogo telefónico con su hermano era tan previsible que me negué a creer que esa iba a ser la carta que Luci jugaría cuando su vida dependiera de ella y resulta anticlimático, barato y decepcionante. La muerte de Kostas está a la altura de su calidad como personaje.

PORQUE lo que no se puede hacer es sacar el vino malo después de habernos hecho probar el bueno, sin dejar que nos emborrachásemos. Kostas es una nada por méritos propios; pero esa nulidad es más evidente al haber tenido durante tres episodios a Billy como amenaza fundamental para el Hombre. Y Billy sí tiene hechuras de Gran Villano, desde todo punto de vista. Un Billy bien desarrollado (la interpretación de Ólafur Darri Ólafsson me parece más que correcta) si bien no habría estado a la altura de un Lorne Malvo o un V. M. Varga, cúspides del Mal en la televisión contemporánea, merecería una medalla en las legiones de las Tinieblas. Su imponente presencia física, su sardónica variante de la profesión su madre en muchas conversaciones, su violencia despiadada y sus momentos de sadismo sonriente (el mejor, sin duda, decidir perdonar la vida al idiota de Ethan para que éste siga haciendo infeliz a la pobre agente Chambers) nos fueron arrebatados demasiado pronto, apenas pasados la mitad de los episodios. Su ausencia se notó mucho.

DE hecho, diría que su ausencia llevó a los guionistas a tomar una de las peores decisiones de la serie: el giro final del Detective Inspector Lachlan Rogers. Rogers era otro personaje muy fargiano. Reservado, hosco, inescrutable para los demás policías, hacía una buena pareja con Lammon. Su conversión de investigador implacable pero positivo en asesino no estuvo mal llevada. Porque si te quedan unos meses de vida, estás muy enamorado de tu mujer y una organización criminal la tiene secuestrada y amenaza con hacerle sabe Dios qué si no sigues sus órdenes, es perfectamente entendible y coherente con el personaje que Lachlan, aun odiando lo que hace, obedezca las instrucciones de Kostas. Lo que no tiene ningún sentido es que, una vez liberada su mujer, le cargue los muertos a Chambers. Eso es idiota. Eso no cuadra con la psicología del hombre que nos habían mostrado. Hubiera comprado a Lachlan confesando y a la policía, en reconocimiento por su servicio y por su inminente muerte, aceptando la corruptela de dejarlo estar hasta después de su defunción. Hubiera comprado que Lachlan no dijera nada en vida pero grabase un vídeo o escribiese una nota reconociendo su crimen. ¿Culpar a una policía inocente de un asesinato? No. La excusa que los guionistas le hacen decir no cuela; porque una cosa es cometer un crimen odioso para salvar al amor de tu vida y otra es cometer un crimen odioso para obtener un resultado que puedes conseguir de otro modo. Esto es una decisión perezosa de unos guionistas que creían necesitar un último obstáculo para el protagonista y habían matado ya, prematuramente, al mejor antagonista de la serie.

PARA mayor vergüenza, es que los guionistas tenían allí mismo a otro antagonista para el Hombre: su verdadero yo. Y no es que no fueran conscientes de ello, demonios. Es que lo usan demasiado tarde y demasiado poco. Una de las partes más interesantes de la serie es su penúltimo capítulo, con el Hombre, en pleno viaje inducido por las drogas, se sumerge en su subconsciente y encaja algunas de las piezas de su pasado. Uno de los grandes temas que la serie decide tocar muy de soslayo lleva siglos dando vueltas en las cabezas de filósofos y juristas. ¿seguimos siendo nosotros mismos si perdemos la memoria? ¿Somos responsables de lo que hicimos en el pasado, si ya no podemos recordarlo? ¿Tiene sentido el castigo de quien no sabe que ha cometido un crimen? Quizá demasido para este tipo de serie, decidieron.

DURANTE casi seis episodios, el tono de la serie había sido más bien ligero. Incluso la muerte y la violencia habían tenido un aire propio de una obra de entretenimiento, de aventuras y misterio. De repente, sin previo aviso y creo que errando por lo brusco de este giro, “El turista” se presenta bajo una luz tenebrosa. La identidad de la mujer que el Hombre vislumbraba en sueños se desvela, obligando al protagonista -y al espectador- a revisarse por completo. Todo se vuelve mucho más oscuro y áspero. Oh, si esto lo hubieran hecho al principio de ese último capítulo y el Hombre se hubiera tenido que enfrentar de verdad consigo mismo, en vez de ser una especie de giro final que busca la pura sorpresa, efectista, abaratando el dolor de la mujer.

Y, para más inri, la miniserie ni siquiera es capaz de ser coherente con este cambio de registro y nos da un almibarado final abierto. ¿Muere el Hombre o no? Lo lógico es pensar que sí, pero la narración parece invitar a otra cosa. Nada tengo yo contra una buena historia de redención. Pero la redención no es fácil y contarla bien, aún menos. No puede despacharse de modo apresurado en treinta segundos tontos. Este final abierto es, llanamente, malo. Más si lo comparamos con el genial cierre de la tercera temporada de “Fargo”.

ENTRETENIDA, ágil y curiosa en buena medida, “El turista” terminó por dejarme una sensación de fiasco. Había aquí una excelente serie y guionistas y directores no supieron ejecutarla. Pity.

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