Con un vaso de whisky

julio 25, 2013

«V, V, V, V, V. Evey, Evey, Evey, Evey, Evey.»

Filed under: Divagaciones — conunvasodewhisky @ 5:27 pm
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            Al lector le resulta evidente desde las primeras viñetas que los protagonistas de la historia son V y Evey. Le resulta claro, además, que sus caminos en la narración van a entrelazarse. La presentación paralela de V. (poniéndose su disfraz de Guy Fawkes en su camerino, bien rodeado de posters cinematográficos) y Evey (en su triste cuartucho), mientras ambos escuchan el informe nocturno de la Voz del Destino no puede ser más efectiva. Nada sabemos concreto aún de ninguno, aunque intuimos que el hombre cuyo rostro no vemos (ni veremos jamás) no puede ser un cualquiera.

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            La siguiente escena es cruel en cada elemento. Evey se estaba preparando para hacer la calle. Es su primera noche como prostituta. Tenemos así la certeza de que, en esta Inglaterra repleta de cámaras de seguridad, las cosas no van tan bien como proclama la Voz. Tiene mala suerte: su primer cliente es un Dedo (ya veremos quiénes son los Dedos). Asistimos a un intento de violación múltiple. Inglaterra cada vez es más agradable. Y entonces, de modo repentino, el hombre de la máscara sonriente entra en escena.

            Alan Moore confiesa que fue un problema encontrar las palabras adecuadas para V en esta primera intervención. Hasta que recordó unos versos de Macbeth, aquellos que, en el Acto I, Escena II, narran la gesta de Macbeth ganando la batalla para su rey, a base de descuartizar enemigos. Mientras recita, V hace lo propio con los Dedos. Se lleva con él a la estupefacta Evey y culmina su obra volando las Casas del Parlamento.

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            Veamos. V se presenta a sí mismo ante Evey como “el rey del siglo XX, el Hombre del Saco, el villano, la oveja negra de la familia”. El mismo capítulo, el primero del comic, se titula “El Villano”. V de Villano.

            Creo que todo lector se hace esta pregunta muchas veces a lo largo de la historia. V es, desde luego, el protagonista, pero, ¿es el héroe o el villano? ¿O el héroe-villano? Dudo que Moore haya escogido Macbeth por el simple hecho de que la descripción de la matanza encaje perfectamente con la matanza de Dedos. Macbeth es uno de los grandes héroes-villanos de Shakespeare, y uno de los más complejos. Dotado de una extraordinaria imaginación, aunque con una carencia de voluntad que suple su esposa, es un asesino, un traidor, un tirano. Pero sufre tanto o más que sus víctimas. Moore se ocupa de colocar a su protagonista, desde el principio, en la zona gris. Por radical, por puro que sea V en sus ideas, como persona (si es que lo es) y como personaje no encaja bien en el rol de “bueno” ni en el de “malo”.

            ¿A qué ese nombre? V. Es la inicial de venganza, de vendetta, y también de villano. Toda la primera parte del comic es una despiadada venganza contra los tres últimos torturadores de V en el campo de Larkhill. La V, también, es muy parecida a la A invertida. A de Anarquía. Y el símbolo de V, la v mayúscula dentro de un círculo, es similar al signo clásico del movimiento anarquista. Por otro lado, la V es número romano para el 5 arábigo. El cinco es el número masónico por excelencia. Y todos sabemos lo que le gusta a Alan Moore meter referencias masónicas en sus obras. ¿Es V un masón? Evidentemente, no. Tampoco hay que sacar las cosas de quicio. Dejemos a la Hermandad tranquila. Sin olvidar que V lee V, de Thomas Pynchon, la letra por la que se conoce a un misterioso individuo, cuya identidad cambia (si es que hay en realidad un solo V) a lo largo de la novela.

            Oh, sí. Y es el número de la celda que ocupó en el campo de concentración

        ¿A qué viene su disfraz? El mismo V lo explica, canturreando la célebre tonada Remember, remember, the fifth of November… Otra vez el cinco. Quizás éste tenga más sentido. El cinco de noviembre de 1605, un grupo de católicos extremistas intentó volar al Parlamento británico con los Comunes y los Lores dentro. Fueron apresados, torturados, condenados y ejecutados. Uno de sus cabecillas era un tal Guy Fawkes. Desde entonces, durante largos años, los buenos súbditos de Su Graciosa Majestad quemaban una efigie de Fawkes en una hoguera cada cinco de noviembre, en la Bonfire Night, o Noche de las Hogueras. Por cierto que Neil Gaiman, en uno de los relatos de The Sandman, hace referencia a este hecho, mientras William Shakespeare pasea cerca de una de tales hogueras.

            Es obvio que V no es un ultracatólico. Pero escoge a uno de los iconos más despreciados del imaginario popular. Escoge al rebelde. Más aún, escoge al terrorista. El símbolo es claro: guerra a muerte a la Corona, al Estado. Ya me ocuparé de esto.

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            Tampoco la elección del Parlamento como primer objetivo es azarosa. El Líder lo ve claro al día siguiente: V ha destrozado “nuestro más antiguo símbolo de autoridad”. Cualquiera que haya estado en Londres y haya visto el edificio reconocerá que pocas construcciones tienen una presencia tan poderosa. El Parlamento de Gran Bretaña es, sin duda, un signo apabullante de poder soberano.

            Bueno, ¿y qué tiene que ver Evey con todo esto? A primera vista, nada. Simplemente tuvo la mala (o buena) suerte de estar en determinado lugar en determinado momento. Sin embargo, tengo el convencimiento de que V, aquella noche en que dio inicio a su meditada campaña, buscaba un cómplice, un compañero, un protegido. Y el señor Moore tuvo el detalle de entregarle a Evey. No se podía haber hecho elección mejor.

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            Si V es la Anarquía, o mejor, la Acción Directa, el Destructor del antiguo orden, Evey es, termina siendo, la Humanidad Futura. Es la Esperanza. Al acoger a Evey, V hace un acto de fe. O, mejor dicho, una apuesta. A partir de este momento, su relación con la chica se centra en su transformación, en su liberación. Veamos si Evey Hammond, la corriente huérfana de unos activistas sin demasiada importancia, una de tantas hijas de esta aterradora Gran Bretaña, es capaz de convertirse en un ser humano auténtico, fuerte, libre. Y, por lo tanto, hija de una Gran Bretaña futura, después de la dictadura, después del terror, después del caos.

            Evey cumple varias funciones. Por un lado, es el objeto de este experimento de V. No me gusta demasiado la palabra que he utilizado. Da la idea de que V juega sádica o fríamente con Evey. Por muy crueles que sean los métodos de V, no hay en él un móvil cruel. No tiene la crueldad del sádico ni la crueldad del indiferente. Desea sinceramente la libertad mental de Evey.

            Claro que Evey es también su cómplice. Esto es interesante. V no recluta a Evey. Es ella la que pide participar. Y cuando se da cuenta de las implicaciones de esta actuación, es decir, el asesinato de personas, se espanta. Evey formula las preguntas que podría hacer el lector (o, al menos, algunos lectores). ¿Está justificado lo que V hace? V, astutamente, no responde: devuelve la pelota. “¿Por qué me lo preguntas?”

            Evey, en definitiva, son los ojos y los oídos del lector, si éste lo acepta. Es el medio que nos ofrecen los autores para acercarnos a V. V nos secuestra a nosotros junto a Evey. Otra asunto es cómo reaccionemos.

1 comentario »

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    Comentarios por รายได้พิเศษ — agosto 18, 2015 @ 8:56 pm | Responder


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